La forma del clarinete bajo recuerda a la de un saxofón tenor, pero con dos diferencias: el cuerpo es cilíndrico en vez de cónico, y el material es la madera, (en concreto ébano), en vez de latón.
Este instrumento transpositor fue introducido en la orquesta por Giacomo Meyerbeer, para su ópera Los Hugonotes.

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